¿No les ha pasado alguna vez que se topan con un
"notición" por Facebook y su mente se prepara automáticamente para el
aluvión de publicaciones respecto al tema durante los días siguientes? A mí me
pasa, y mucho.
El boom de esta semana que ha sacudido la esfera
mediática, y más concretamente Facebook, proviene de la decisión de la famosa instagramer australiana –y que al
parecer también tenía un canal en YouTube –Essena O’Neill. Una chica de 19 años
que ahora se rebela contra la presión a la que estuvo sometida durante toda su
adolescencia por parte de la red social que TODOS usamos, y en la que TODOS
hemos maquillado un poquito nuestra realidad alguna vez. Porque que venga uno y
me diga que su foto en la playa de Marbella de este verano no tiene +5 de contraste
y +1 de saturación, y que esa sonrisa de me lo estoy pasando divino y tú no, no
esconde detrás un “sácame ya la foto que me estoy tragando la arena de media
playa”.
Entiendo que el caso de Essena es totalmente diferente;
ella era un producto de Instagram. Pero qué quieres que te diga, con la
millonada que ganaría por sacarse tres fotitas con su barriga de piedra y su súper
melena rubia, dudo que le fuese tan difícil negarse a colaborar con alguna
marca si no se sentía ‘cómoda’ consigo misma. Es muy fácil venir ahora a decir
que no era feliz con una vida medida en números, pero estoy cien por cien
segura que la cantidad de visitas que recibe ahora su nueva página, en la que
pretende enseñar lo malos que son siempre los medios de comunicación, triplica
las que obtenía en su cuenta de YouTube o de Instagram.
Ojo cuidao, con esto no quiero defender ese modelo irreal
de belleza que vemos todos los días en la página de novedades, pero no me
vengas criticando algo que tú mismo has apoyado… ¿o acaso no flipas con las
fotazas y la vida perfecta de Alexis Ren y Jay Alvarez? Me reafirmo en mi certeza
de que la mayor parte de los que están leyendo esto han sido cómplices alguna
vez de este fenómeno tan horrible y que destruye tantas vidas, bla bla bla… mediante
likes o incluso follows a este tipo de cuentas.
Con esto pido que antes de unirnos a la masa de quejas
tan repentina (que parece que hace falta que venga una Essena a hacernos hablar
de algo de lo que ya todos éramos conscientes para que estallemos como bomba de
relojería) pensemos en lo que hacemos día a día y dejemos la hipocresía un
poquito de lado.
Y que viva el poder hacer con nuestras redes sociales lo
que nos salga de los orificios nasales, gracias.